Narrador y ensayista, autor de “El Jabalí” y otros microcuentos:
“El
coleccionista”, “Polvo y olvido” y “El columpio de los sonámbulos”
“Una buena minificción debe permitir varias interpretaciones”
Escrito por: Luis Martin Gómez (yolayelou@gmail.com)
Fari Rosario hizo lo que yo había prometido hacer y no cumplí, una
antología de la minificción dominicana, que él ha bautizado con el sugestivo
nombre de “El columpio de los sonámbulos”.
FR Se me ocurrió el título viendo a unos niños columpiarse en un
parque y lo asocié a lo que considero es una tendencia de la literatura
dominicana, el sube y baja (en su producción, en su calidad). Los sonámbulos
vendrían a ser los lectores mientras leen una obra.
Fari dedicó su antología a Luis Díaz Ulloa, su abuelo materno que le
contaba historias (comprensible) y al filósofo Heráclito (¡sorpresa!).
LMG Explícame...
FR Estudié Filosofía y siempre me gustaron los filósofos
presocráticos, especialmente Parménides y Heráclito, quien dijo que “en el mismo río entramos y no
entramos, pues somos y no somos los mismos”.
Siendo Fari licenciado en Filosofía, habiendo publicado un libro de
minificciones y teniendo otros tres a tiro de imprenta, y luego de haber
devorado las teorías de estudiosos y creadores del género; se puede afirmar,
sin el riesgo de concesiones por amistad o simpatía, que se ha ganado por
méritos acumulados el derecho a antologar los “textos chiquitos” dominicanos.
Por supuesto, este reconocimiento no lo librará de mal de ojo e
intimaciones mediante acto de alguacil de los que quedaron fuera del ramillete
y no entienden que una antología es un acto de selección, de escogimiento,
excluyente por definición y muchas veces por necesidad, porque si no, la obra
terminaría siendo un librón inmanejable que habría que editar con ayuda de
publicidad comercial, como la guía telefónica.
(Ahora bien, para ser justos con esos asesinos en potencia en que
pueden convertirse los ‘afuereados’, debo decir que también hay antologías que
se hacen precisamente para dejar fuera a algunos autores, por desquite,
envidia, chisme de patio, malquerencia, lucha tribal, insania, Alzheimer
conveniente y otras causas que darían para elaborar una antología de la
mezquindad).
Sin embargo, doy fe y testimonio (manos sobre la Biblia o sobre “Los
versos del capitán”, según se crea o se ame) de que este muchacho buena gente
de Moca, rostro quiquiriquí, que suele engolar la voz para que pensemos que es
más viejo de lo joven que realmente es, no es -por ahora y protéjalo Dios-
persona capaz de tal trapacería.
De todas maneras, le he recomendado, por si las moscas, un resguardo
de Babalú Ayé traído desde La Habana que lo cuide de la viruela, la lepra, las
enfermedades venéreas y otras sarananas que le echarán atrás, o se consiga una
imagen de la Virgen, preferiblemente la de Guadalupe (tengo pruebas), que es
una especie de todo incluido espiritual, porque la Virgen es la Virgen.
LMG Creo que sólo te salvarás de la hoguera si explicas bien tu criterio
para seleccionar esos 128 textos de esos 38 autores
FR Partí de una reflexión teorética sobre la evolución de la
minificción en nuestro país. Lo primero que hice fue leer toda la minificcion
dominicana publicada, y seleccioné las obras según el criterio utilizado
internacionalmente para estos fines: que el texto no pase de 400 palabras,
aunque estoy consciente que lo del número de palabras es relativo y no debe
poner una camisa de fuerza al género.
Fari explica que el otro criterio que utilizó fue que los textos
seleccionados cumplieran con siete características que según los teóricos del
género debe tener una minificción, y que él cita en la introducción de su
antología: “Brevedad, referentes culturales, complicidad con el lector, dominio
de los recursos lúdicos, movimiento, virtualidad y tendencia a lo multívoco”.
FR He ido forjando mi propia opinión sobre el género y pienso que el
verdadero protagonista de la mini ficción es el lector, porque es quien, una
vez metido en el texto, completa la historia. También pienso que una buena
minificción debe permitir varias
interpretaciones; la minificción con un solo final es definitivamente mala.
Además de tener una idea propia de lo que es este género, la lectura
de tanta minificción local le ha permitido a Fari Rosario ver tendencias
técnicas y temáticas. “Nuestra minificción tiende a la crítica social, aborda
la metafísica, y establece diálogos con la tradición en base a otros textos
conocidos. Técnicamente, utiliza mucho los recursos cinematográficos, la
parodia, los juegos de palabras y la mezcla de planos”.
Si se fijan, en las últimas frases Fari empezó a hablar de nosotros,
es decir, de los otros y de él, porque como antólogo no pudo resistir la tentación
de auto antologarse, cosa que ya ha
sucedido con otros compiladores dominicanos.
Por eso, Fari, es un mal endémico, o en todo caso, un pecado venial,
como romper la dieta a mitad de semana, o incumplir la promesa de hacer una
antología de la minificción dominicana, deuda que tú has saldado en nombre de
(casi) todos los minificcionalistas, con valentía y buen tino.
La frase
Manuel Rueda
Insomnio. Cuando al tirano lo aquejaba el insomnio, en vez de ovejas
contaba a sus víctimas. Una, dos, tres, cien, mil... Y antes de agotar la
cuenta, se sumía en un sueño inocente, reparador”.
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