martes, 16 de julio de 2013

La castaña, por Fari Rosario


La tierra es azul como una naranja
Paul Eluard



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Camino con un cigarrillo en las solapas de mi conciencia
Voy por las calles nubladas de humo y miserias humanas  
Camino con el peso de los días y con plomo en mis manos estériles
Me detendré en la esquina de “los productos nostálgicos”
Y te compraré una hermosa castaña amarilla.

Con ella pretendo profanar el rito de la cotidianidad, afilar los cuchillos
recuperar la saliva, el movimiento y los susurros que se perdieron en la planicie
de los folios, de la tinta y los recortes de periódicos con sus palabras muertas.
He encontrado las huellas y la memoria de mi castaña
Ella me habla como lo hacen las blancas piedras del río Yaque del Norte
Quizá pretendo almidonar los sueños y que no mueran de hambre
               los hijos de nuestra larga vigilia en el valle septentrional.  
La vigilia se teje como telaraña en el rincón de los días.
Mi castaña es redonda como la duda, como el pozo de tus ojos
que me orienta y me sorprende en las noches largas de octubre.

Definitivamente le haré un museo y la bautizaré con un verso de Vallejo
No la herviré aunque vengan cien días de guerras y penurias
La exhibiré en mi sala cual si fuese un amuleto marino porque
         tu castaña me ha revelado el círculo del placer,
        los límites fronterizos de mi alma verde, de mi descenso dibujado, marcado
  almidonado de deseos
            Tu castaña es la huella
 Me conduce en silencio a la tierra

             donde duerme mi terrible bestia erótica.  
©Fari Rosario

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