¡Luz, cámara y reseña!
Por Fari Rosario
¡Luz, cámara y reseña! Hablemos de reseña… Alguien
dijo hágase la reseña y comenzaron a nacer las palabras, los pensamientos y las
intuiciones, nacían y de repente caían como flores de amapola. Y pensar y
sentir que un oscuro poeta del Cibao le escribió una bella canción a la negra
Pola. Ay, la negra Pola! Será porque la palabra es oscura y espesa como la
noche y así engendra limbos, demonios, demiurgos y legiones de sirenas que
mantienen en vilo a las ciudades y a los hombres que las
habitan.
La re-seña es volver a la señal, a la huella, a la
indicación primorosa, al escenario que es motivo de asombro y admiración. Es
como volver a mirar el dorso de la mano, ver que el reloj marca las cinco de la
tarde, en cualquier momento entrará el profesor, trajeado y planchado, a lo
mejor con una flor en las solapas de su frac. Sí, entrará y se anunciará con su
voz de pedagogo y su filing de actor.
Lo cual no es piedra de escándalo sino chispa, fuego de miradas y empatías
verbales, pues como ustedes saben así son los profesores modernos.
Pues bien, el reloj se desangra en el aula 214 y mis
compañeros comienzan a fustigar la memoria de Vossler. A lo mejor dirá, el
pobre, en su limbo espiritual, ¡pero qué dicharacheros son estos muchachos y
qué mal tratan mi doctrina!
Hilsdorf, Vossler |
Así es como toman la palabra varios sibaristas con
aire de pedagogos y exégetas de la ciencia: Ángela Caba, Marcial (a veces con
voz suave y en otras con tono marcial), Haideé, Fari, entre otros. Todos
comentan y desmenuzan el pan de Vossler, o sea, su visión del lenguaje como
energía, como actividad creadora con carácter espiritual y no como producto. Todos
se mueven, jadean, replican, refutan, se quejan.
De repente aparece una nube, no es una amenaza de lágrimas
sino de catarsis colectiva, extendida y hasta flexiva. Alguien se queja de que
no ha visto a Chaplin, mejor dicho de que en todo su rodaje y actuación no le han
permitido saborear el suculento plato y las delicias de Saussure y de Chomsky.
Se suman otras voces con el mismo sentir, dicen: se está acabando la película y no hemos ido a la fuente, no hemos
leído a los dos maestros del pensar, del filosofar y el lenguetear. Las horas pasan como pasan las escenas sigilosas de un
solo plano en el interior de una vieja casa. Cae la noche, descienden las voces
y el escenario está más calmado. ¡Al menos eso pensamos!
Ferdinand de Saussure |
De nuevo aparece el profesor, trae un texto en la
mano, una sonrisa en los labios, y casi en secreto nos invita a entrar en los
espacios y el laberinto de la lógica para cortarle la cabeza a un monstruo y
demostrar así que el laberinto y el monstruo son equivalentes, tautológicos, lo
que hace la diferencia es la forma o el modo de acercarse…… Como imaginarán
estamos viviendo otra escena de la
misma película pero ahora la cosa es más intensa, agobiante, crea
incertidumbres infinitas.
Un silogismo. Cuatros escenas que parecen un negro
escarabajo; nos han dado unos minutos para ensayar, sí, y luego una sola masa a
los pies de cuatro textos y muchos sujetos pensando, murmurando, rascándose el
casco, calculando cifras con lápiz –a veces con calculadoras– cantando y al mismo
tiempo maldiciendo la complejidad topografía de la ineludible modernidad
lingüística.
Al final, todos corren al encuentro del monstruo,
todos quieren abrazarlo y besarlo, simplemente quieren comprender la película y
el lenguaje que une a todos los actores del mundo más allá de silogismos, de
los teoremas conceptuales y del misterio de las palabras. Silencio.
©Fari Rosario
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